dilluns, 23 de juliol del 2012

Vivir para contarla

García Marquez en su libro  "Vivir para contarla"  dice que "La vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.  A lo largo de mis años de lector  y,  en casi todas las lecturas,  siempre he encontrado  personajes femeninos de los que me he enamorado. Son mis amores imposibles. Mis recuerdos, las novias que no tuve.
La primera fue Clawdia Chauchat. Mujer misteriosa, bella, de ojos tártaros. Su  presencia envuelve la escena en un halo de dulzura y atracción. Sus palabras suaves, contenidas, dichas al oído de Hans, hacen de éste un hombre inseguro y enfermo. Se enamora de Clawdia. Desde que la conoce tiene su pensamiento encadenado, hasta que estalla y en la escena del Carnaval  temblando todo su cuerpo le dice:
- Je t’aime- balbuceó- je t’ai aimée de tout temps, car tu est le Toi de ma vie, mon rêve, mon sort, mon envie, mon éternel désir…
-Allons, allons! –dijo ella- Si tes précepteurs te voyaient…
Y él estalla :
- Oh, l’amour, tu sais…le corps, l’amour, la mort, ces trois ne font qu’un

Este capítulo en francés de La Montaña Mágica es uno de los más hermosos textos escritos en todo el siglo XX. 

Juan González

1 comentari:

lola ha dit...

Felicidades por tu buen gusto con las novias, pues.
La rusa es uno de los personajes más atractivos de la literatura: una sombra luminosa, valga la antinomia. La enfermedad como estado propio del ser humano (El hombre, ese animal enfermo, de Nietzsche), en donde se juega la partida del amor y la muerte.