Pues ya estamos de vuelta. Y Madrid
nos vuelve a engullir en ese torbellino de prisas, en ese quiero y no puedo tan
suyo. Los corrillos en aceras y pasillos en los que hace unos días nos contábamos
las vacaciones, van dejando paso a ese ligero gesto de levantar la mano, con la
sonrisa forzada de “voy corriendo, que no llego”. Y no pasa nada. Todos vamos
igual. Madrid es así. Pero mejor que no nos pille desprevenidos. En un sitio
como este hay que saber evadirse y mirar a la ciudad un poco por encima del hombro.
Por ello, aprovecho mi estreno en cartelera para recomendaros un paseo en el teleférico de Rosales.
Construido en 1969, empezó, como
tantas cosas en este país, con mal pie, y no pudo ser inaugurado para las
Fiestas de San Isidro de aquel año, contrariando así el deseo de Carlos Arias
Navarro, por entonces alcalde de la ciudad. Los vecinos, interpusieron un
interdicto alegando que, en su trazado original, el nuevo montaje invadía la
intimidad de sus hogares. No les faltaba razón, como podréis comprobar en
vuestra visita. Pero todo parece indicar que sus protestas no llegaron muy
lejos. Anécdotas aparte, el paseo por el aire merece la pena, distrae y relaja.
Y ya con los pies en el suelo, la caminata desde el punto de llegada hasta el
lago de la Casa de Campo no tiene nada que envidiarle. Toda una delicia para
tomarse la vuelta al cole con algo de perspectiva.
Hérnandez y Fernández
2 comentaris:
Welcome a bordo!!!
A ver si las protestas de hoy #15S dan más fruto que la de los vecinos que se opusieron a la construcción del teleférico... :)
es una perspectiva inédita para mi. Quizás ahora que Madrid ha perdido dos piezas mayores (...) voy a ir menos, pero cuando vaya, no me lo perderé. Gracias
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