divendres, 7 de desembre del 2018

Calle Este-Oeste

He tenido la oportunidad de leer estos días Calle Este-Oeste, un libro recientemente publicado sobre la persecución y represión de los judíos por los Nazis que aporta la visión actual de los hechos de los descendientes de las victimas.
Tiene dos enfoques principales: uno personal, el del autor de libro, Philippe Sands, jurista y escritor, nieto de León y Rita, que tira del hilo a partir de la vida de sus abuelos; y otro geográfico, centrado en la ciudad de Lemberg, Lwów, Lvov, Lemberg, y Lviv, que, entre 1911 y 1945,  tuvo diferentes nombres, en función del país al que fue perteneciendo (Imperio Austrohúngaro, Polonia, Rusia, Alemania y Ucrania), como cruce de caminos y símbolo de la maldición de la época.
En un aparte, nos presentan individualmente a los protagonistas: Hersch Lauterpacht, Hans Frank, Rafael Lemkin y Leon Buchholz. Sus orígenes, sus hechos.
Destacan por su valiosa aportación al Derecho Internacional, Rafael Lemkin por la figura del Genocidio, un concepto que apuntaba a la protección de los grupos y Hersch Lauterpach, que llegaría a ser reconocido como la mente jurídica internacional más preclara del siglo XX, al que se le había ocurrido la expresión “Crímenes contra la Humanidad”, un concepto que apuntaba a la protección de los individuos.
El testimonio de ambos fue tenido muy en cuenta en las acusaciones y en las sentencias del Juicio de Nuremberg, así como posteriormente en la carta del Derechos Humanos de las Naciones Unidas y como base para la implantación del Tribunal Penal Internacional (TIP), destacando que los Derechos Humanos de los individuos están por encima de los Estados.

Sands hace un trabajo exhaustivo de investigación, usando técnicas actuales (internet, desplazamientos, etc), con un relato moderno, brillante, casi de thriller, que ameniza la lectura y nunca cae en la pesadez de la inacabable  enumeración de datos. Como buen libro de historia cumple el “canon de Ricardo Piglia, que decía que cualquier libro de historia que no tuviera cinco llamados a pie de página era ficción”.
Como colofón final el autor siente la curiosidad de saber y a la vez mostrar al lector qué opinan, pasados 70 años, los descendientes, aún vivos y que eran niños entonces, de criminales probados como Hans Frank y otros, para lo que los busca, los localiza y los entrevista.

En mi opinión es un libro excelente y una de las cosas que más me han gustado es que trasmite con fuerza “querer saber, hacerse preguntas, mirar, comprobar…”.

Juan González